Al grito de “Perú una sola fuerza” se pretende que todos estemos juntos en este momento difícil, ante un desafío inmenso para el país. Pero no estamos tan juntos ni tan alineados con la magnitud del reto que no se refiere solo a la construcción y reconstrucción de los pueblos afectados por El Niño costero. Hay en simultáneo una crisis de confianza. Lo ideal sería la unificación de las fuerzas políticas y la concentración de los esfuerzos sociales para que, en los meses que vienen, podamos dar techo, comida y empleo al millón y medio de peruanos que lo han perdido todo. Este logro pasa por concertar con el fujimorismo que domina al Congreso, el segundo poder del Estado que Fuerza Popular viene conduciendo con mano férrea. Nada pasa sin su aprobación ni pasará, si no se tienden los puentes para una acción conjunta. 

El único convencido de esto -a estar por su discurso en el debate de la Ley para la Reconstrucción- parece ser Kenji Fujimori, quien aseguró que el Legislativo daría todo su apoyo en esta cruzada nacional. Pero no es tan fácil y lo sabe bien. Vemos que ingresa nuevamente a la agenda el indulto posible para Alberto Fujimori. Algunos ya lo plantean como condición para cualquier concertación. No lo es. Un acuerdo con Fuerza Popular no pasa necesariamente por la libertad del fundador del fujimorismo. Y hay que dejar las presiones sobre PPK. Si la gobernabilidad y la acción unitaria son importantes, comencemos por separar las cosas.

La reconstrucción debería ser unitaria, participativa y muy transparente, sin obstruccionismo ni repartija de los grandes montos en juego. La supervisión de la Contraloría será esencial para la confianza. Dada la corrupción histórica que nos afecta, ninguna precaución será poca para garantizar la honestidad. Que así sea.