Con su aparición, Alberto Fujimori resucita el tullido cuerpo en estado de descomposición de la izquierda marxista. La amorfa izquierda peruana, aunque llena de contradicciones, ha reaccionado de manera unánime ante la noticia de que Fujimori, podría participar en los próximos comicios. Asombra la reacción izquierdista, ya que es como haber descendido al Hades y haber visto la furia indescriptible de Cancerbero. La izquierda marxista en el Perú vive en la obsesión monotemática fujimorista, sustenta su existencia política en el antifujimorismo y al igual que el monstruo mitológico, carece de ideas y con su sola presencia, infunde temor. ¡En el Perú, hay una infección moral generalizada! y aunque los miembros de la izquierda marxista se autoperciban incorruptibles, moralmente incuestionables y de pensamientos elevados, también están gravemente infectados. Si el fujimorismo es el origen de todas las calamidades de nuestra patria, la izquierda debe saber que ellos también lo son. Si el fujimorismo es un movimiento cuya raíz tiene absceso, deben saber que ellos tienen lo mismo. Si el fujimorismo da como fuente inagotable políticos mediocres, la izquierda debe saber, que ellos también se visten con los mismos grises ropajes. Pienso, como el periodista Diego Acuña, que debemos “desfujimorizar la política peruana”, porque es esencialmente divisionista y particularmente nociva para los intereses del bien común. De esta manera, saldríamos de esta lógica antinómica, que empobrece el debate político. Reitero, un enorme porcentaje de la dirigencia política marxista, sustenta su existencia política, en el antifujimorismo. Por tanto, anestesiando políticamente a unos, acabamos con los otros.