Han transcurrido casi catorce años desde que el Estado peruano recibió el Informe Kroll. Ahora sabemos con certeza que los originales se han extraviado. Preocupa la indolencia con la que el Minjus ha abordado el problema, ya que desde el 2005 se comentaba sobre el hecho.

Pero ese mismo año la periodista Katherine Lanceros publicó varios reportajes en los que hace revelaciones referidas a él. Un informe de Control Interno del Minjus da cuenta de que el ex procurador público Luis Vargas Valdivia informó que en octubre de 2004 lo remitió al Despacho Ministerial.

También el ex procurador público Antonio Maldonado lo tuvo a la vista. En el mes de mayo de 2005 no solo denegó un pedido de acceso a la información pública sin alertar sobre su pérdida, sino que además declaró a los medios que le había sido muy útil a su gestión.

Sobre sus resultados se tejieron muchas especulaciones, todas en perjuicio de Alberto Fujimori, pero por lo visto nada concluyó en su contra, sino ya hubiese sido utilizado para condenarlo, al extremo de que su defensa técnica exigió su actuación como prueba de descargo.

Entonces, ¿a quién favoreció su pérdida? Ahora que se han revelado los actos de corrupción en los que incurrió Alejando Toledo desde que asumió como presidente el 2001, cobran inusitada relevancia las investigaciones sobre los extraños depósitos en la cuenta offshore panameña Blue Bay International de propiedad de testaferros de Eliane Karp que podrían haber sido detectados por Kroll. Indigna saber que hayamos tenido al gato de despensero.