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La semana que pasó ocurrió un singular hecho en Arequipa: el resquebrajamiento de la relación entre la gobernadora Yamila Osorio y el alcalde Alfredo Zegarra, la cual debería ser la mejor por el bien de la región.

Ambos, aunque no lo han reconocido de manera directa, fueron acusados de ser los promotores de procesos de revocatoria en contra del otro. Las pullas se dieron entre ambos poderes que gobiernan la provincia y la región, percepción que tiene la ciudadanía.

Un oyente en un noticiero radial decía: “Ambos pierden el tiempo en tonterías cuando hay tantos problemas por resolver en Arequipa”.

Sencilla apreciación del referido ciudadano que resume el sentir de la mayoría que siempre demanda a sus autoridades trabajar unidas por el desarrollo de los diferentes pueblos de cada jurisdicción que les compete gobernar, de acuerdo con su cargo.

Siempre he postulado la idea de que los procesos de revocatoria no son nada buenos para tan corto tiempo de gestión de una autoridad, como son 4 años, y además ahora no hay reelección para ambos cargos. Quienes promueven un trámite como ese casi siempre lo hacen por cierto resentimiento y buscan generar desestabilización en una gestión.

Los procesos de revocatoria deben darse cuando nuestras autoridades busquen su reelección por única vez en el cargo, oportunidad en que la ciudadanía -tras 4 años de gestión- evaluará si ratifica o no la confianza para que sigan en el cargo. Por eso, considero que sí es necesaria la reelección.

Osorio y Zegarra deben restablecer el diálogo y ponerse a trabajar por Arequipa, en especial por tener el respaldo de quienes los eligieron para dichos cargos.