Ayer apareció en el diario oficial El Peruano el nombramiento de Juan Carlos Delgado Echevarría como asesor en el Ministerio del Interior. ¿Quién es este caballero? Pues el que ordenó a un grupo de trabajadores del Ministerio de Salud que vayan a un banco a depositar dinero en efectivo que su entonces jefe, Jorge López, el titular de la cartera hasta la semana pasada, guardaba en su oficina y que más tarde se usó para comprar un departamento ahora incautado.

Sí, el hombre fuerte del escandaloso “pitufeo” que llevó al presidente Pedro Castillo a despedir por Twitter al ministro López en un aparente arrebato de decencia –es un decir, obviamente–, estrenó por algunas horas un nuevo empleo en el Estado, luego de haber renunciado al sector Salud en medio de la tormenta desatada. Casi en la tarde, tuvo que renunciar por el gran lío que se armó por su designación. Situaciones como estas son una constante en el gobierno del profesor. Hace poco vimos cómo Beder Camacho, el ex subsecretario del Despacho Presidencial, se fue a trabajar al Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables cuando ya tenía una investigación abierta en la Fiscalía. Si ayer no se hacía un escándalo por el nombramiento de Delgado Echevarría, allí estaría muy campante esperando a cobrar su sueldo.  Ahora el que tiene que explicar el motivo de la “suerte” momentánea de Delgado Echevarría es el cuestionado ministro del Interior, Willy Huerta, el hombre que llegó al cargo una vez que el mandatario despidió a Mariano González, quien cometió el “error” de tomar acciones decididas para lograr capturar a prófugos de alto vuelo como el sobrinísimo Fray Vásquez Castillo y el exministro preferido Juan Silva.

Queda claro que al gobierno no le interesa nombrar en puestos públicos a gente que haga bien su trabajo y sirva al ciudadano, sino colocar elementos a los que sin duda se debe “favores”. La voracidad de Castillo y compañía por los recursos de todos los peruanos no tiene límites. Acá tienen al “gobierno del pueblo” que venía a desterrar a la corrupción bajo el liderazgo de un “humilde campesino”, que ahora tiene abiertas siete investigaciones en las que niega a declarar.