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Además de exponer a los candidatos punteros para el sillón municipal, la última encuesta publicada por Datum continúa mostrando un síntoma más del hartazgo de los ciudadanos respecto de los políticos: a menos de dos meses de las elecciones, más del 20% de los encuestados no sabe por quién votará.

Luego de los infames sucesos que sugieren que el político honesto es más bien una figura mítica que una realidad, se entiende el desinterés. “Si todos son iguales, qué importa quién gane”, parecen pensar.

Sin embargo, preocupa que, en este contexto de hartazgo, lleguen a ocupar las alcaldías y gobiernos regionales candidatos que no están a la altura del cargo. Un primer filtro para descartar “malos candidatos” es evidente pero poco común: leer los planes de gobierno. ¿Cuántos electores revisan realmente estos documentos? Ya sea por desinterés o por falta de tiempo (con la inmensa lista de candidatos, leer sus planes a detalle puede ser una odisea), lo cierto es que muchos posibles “ampays” terminan pasando desapercibidos.

Pero tomémonos un tiempo y veamos, al menos, los planes de quienes lideran las encuestas. Luego, preguntémonos: ¿es posible realmente ejecutar lo que proponen? ¿Explican cómo es que lograrán hacer reales sus pintorescas propuestas? ¿Puede, realmente, llevar a cabo tal o cual promesa un alcalde o el tema escapa de su competencia?

Luego de tanta corrupción destapada, nos merecemos -aunque sea- saber quién promete lo imposible a cambio de votos y quién propone algo factible, ya que no basta con poner algo en papel para hacerlo realidad.

No olvidemos que somos nosotros quienes ponemos a nuestros gobernantes en sus puestos. Empecemos, pues, por algún lado.