Dura fue la votación en el Congreso de la República para definir la conformación de una comisión especial para investigar el caso “Lava Jato” y así determinar los posibles nexos de corrupción de empresas brasileñas con personajes públicos peruanos, considerado el mayor escándalo que sacude Brasil en los últimos meses y que parece traer cola en el Perú.

El país requiere saber lo que realmente ocurrió en estas transacciones millonarias que implican a proyectos ejecutados en el Perú y, como se espera, según los indicios existentes, se determinará quiénes cayeron en el juego de la corrupción con el presunto pago de coimas.

En estos momentos, son los principales personajes de la política nacional los que están en condición de sospechosos y sin duda ello afectará el proceso electoral de 2016, que ya comenzó a calentarse.

El tema, desde ya, será agenda obligada en los debates que se pueden dar entre los posibles candidatos, por ello se demanda seriedad en el trabajo que desarrolle la comisión que designe el Congreso para realizar las investigaciones.

Lo que se exige es que se dejen de lado los intereses políticos en las acciones que lleven a cabo sus integrantes, de lo contrario desvirtuarán el verdadero sentir y objetivo para el cual se formará.

La disputa entre las agrupaciones por presidir la comisión también será ardua y peleada; sin embargo, quienes la integren de seguro -como casi siempre- buscarán cámaras o primeras planas sin ahondar en su responsabilidad, incluso emitiendo juicios anticipados y sin pruebas.

Si en Brasil comenzaron a caer íconos de la política y del empresariado por estar inmersos en “Lava Jato”, es hora de aclarar hasta dónde llegaron sus tentáculos en el Perú.

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