. Isabel Alvarez Novoa es socióloga, comunicadora social, investigadora de la cocina peruana y orgullosa cocinera. Ella es la propietaria de El Señorío de Sulco, uno de los más prestigiosos restaurantes, no solamente del Perú sino del continente. Es uno de los pocos casos, el suyo, en el que un restaurante es dirigido por una persona que, además, es una estudiosa infatigable de la cocina peruana, que rescata valores olvidados, que recrea sabores, que se compenetra con el Perú profundo para poner en valor lo mejor que tenemos y que es inacabable en este nuestro hermoso, grande y bello país que, sin duda, será un líder en el siglo XXI.
Mi primer contacto intelectual con Isabel tuvo lugar en 2002 cuando leí, con interés, su documentado libro EL CORREGIDOR MEJÍA COCINA Y MEMORIA DEL ALMA LIMEÑA, editado por la Universidad San Martín de Porres, en el que, como ella lo dice, rescata del olvido a don Adán Felipe Mejía y Herrera, insigne cronista limeño nacido en 1896 y muerto en 1948.
Isabel está en Tacna. El "causante" de su visita, de su interés por investigar acerca de la cocina tacneña, es un tacneño amante de su tierra, Víctor Lazábara Alay, ingeniero alimentario, con quien, al alimón, escribirán un libro que, sin duda alguna, será un valioso aporte a la bibliografía local y nos colocará en la vidriera de la gastronomía nacional pues tendrá el aval de gente que sabe lo que escribe. El viejo Mao decía que nadie tiene derecho a hablar o a escribir sobre lo que no ha investigado. Tenía razón.
Isabel Alvarez es una limeña encantadora, inteligente y de una modestia que es patrimonio de los grandes. Hija de padre canteño y de madre apurimeña, ha viajado por medio mundo y ha cocinado para gente del primer mundo en países tan exóticos como el Japón o la flemática Inglaterra. Y nos ha hecho quedar como los dioses.
Bastó una conversación en la Municipalidad Provincial de Tacna, donde recibió la bienvenida del regidor Jorge Infantas, en nombre de la corporación edilicia y de la comunidad tacneña, para que nos diésemos cuenta de quién se trataba. Mi maestro Azorín decía que las almas buenas no necesitan de preámbulos para congeniar. Con Isabel ya éramos amigos de otros tiempos.
Ella ha tenido la fineza de obsequiarme el libro DESDE LOS ANDES AL MUNDO, SABOR Y SABER, que contiene las memorias del Primer Congreso para la Preservación y Difusión de las Cocinas Regionales de los Países Andinos, que tuvo lugar en Lima, en julio de 2005, de cuya organización nuestra amiga fue la responsable. La impecable edición de la obra se debe a la Universidad de San Martín de Porres, a través de la Escuela Profesional de Turismo y Hotelería, de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, Turismo y Psicología.
Ponentes de Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Venezuela y, naturalmente, del Perú, país anfitrión, centraron sus exposiciones en las cocinas regionales y en la biodiversidad que las sustentan.
Isabel Alvarez es consejera internacional. Como tal trabaja con convenios con México y la Argentina. En los países a los que llega, invitada por las embajadas de nuestro país, además de cocinar nuestros platos típicos, ofrece, a los diplomáticos y al público en general, conferencias sobre la historia y la identidad de la cocina peruana que, como se sabe, está entre las cinco mejores de este mundo ancho y ajeno.
Ella es Miembro Fundadora de la Comisión Nacional del Pisco. Su amor por la cocina y por la música la llevó a escribir el libro "La Música y la Gastronomía", editado en 1996 y, más aún, es la autora del himno del "Cajón peruano".
Su obra de investigación, su dedicación a investigar lo nuestro y no solamente a quedarse en ello sino a cocinar lo que recoge, con tanto amor y esfuerzo, le ha valido premios tan importantes como el "Manka", que le otorgó el Ministerio de Educación, en 2006; el trofeo "Ciudad de Lima", en 2002, como reconocimiento a su trayectoria en la investigación y difusión de la cocina peruana; el trofeo "El Sol", en 2001, que le entregó el Museo de la Nación; la "Medalla Cívica", de la Municipalidad de Miraflores, como la "Mejor Empresaria del año", en 1998 y la "Medalla Cívica del Arte Negro", con la que la premió la Municipalidad de Cañete por su aporte como compositora de música afro-peruana.
Gracias a nuestro buen amigo, Luis Cavagnaro, anfitrión de lujo, almorzamos con Isabel y los Lázabara, padre e hijo, en el Rancho San Antonio. Empezamos con un Tacna Sour que, dicho sea de paso, una vez más, para quien no lo sepa, nació en la barra de los Chiarella, en ese rancho emblemático. En la mesa nos servimos dos entradas: el choclo de Tarata, que pudo haber sido de Pachía, con queso de Candarave, que también pudo ser de Palca, y el sabrosísimo zapallo de Pachía, con aceitunas de La Yarada, "nadando en aceite de oliva" y coronadas de orégano. Luego vino una cazuela y un picante, con guata, pata y demás, a la tacneña, acompañado de la marraqueta. Asentamos los potajes con un vino de la casa. Se hubiera redondeado la faena con un postre tacneño. Pudo haber sido un pastel de choclo dulce y hasta una media melcocha, a la vieja usanza.
Ante una autoridad en la materia, no era ni prudente, ni elegante, que opináramos y, menos aún, que elogiáramos los platos de ese menú tacneño. Isabel lo aprobó todo, para nuestro contento. No habíamos errado en la elección. Y ahora sí, con el almuerzo compartido, podíamos decir que éramos amigos.
Isabel, acompañada del buen Víctor Lazábara y del hijo de éste, Nicolás, que registra lo que se dice y lo que se ve, sigue su peregrinaje por Tarata, la Boca del Río y, tal vez, Locumba o Ilabaya. Nosotros les deseamos que los hados les sean propicios siempre y que el esperado libro lo tengamos pronto como resultado de sus afanes y sus querencias. Amén.