Escucho estos días a muchas personas decir “esto ya lo he vivido”. ¡Y es verdad! Hay muchos elementos que invitan a pensar que tiempos malignos como los que nos azotaron entre 1980 y 1990 amenazan con volver. En el ojo de este nuevo huracán social devastador está la inseguridad ciudadana, que no tardará de pasar a la categoría de “pánico ciudadano”. Lo ocurrido con los inocentes inspectores de la SUTRAN en Apurímac es una pequeña Tarata por el grado de violencia e inhumanidad que ha desplegado el ahora bautizado por la población como “terrorismo urbano”.

Hay que poner el acento en algo que no ha sido suficientemente resaltado por los medios, y es el hecho de que estos criminales ya están retando abiertamente a las autoridades y al estado per se. No los asusta ni los estados de emergencia, ni los toques de queda, ni la presencia de las FF.AA. Están convencidos desde hace mucho tiempo y lo pongo en condicional, ¿que la ley se puede torcer porque se pueden comprar jueces y fiscales? Ser capturados y enviados a prisión es solo una molestia temporal, porque ellos pueden como algunos de nuestros congresistas y nuestra propia presidente, trabajar a control remoto.

El gobierno no quiere darse el trabajo de convocar a los mejores expertos para armar un plan de verdad contra esta supercriminalidad, una estrategia digna de ese nombre. Prefiere ensayar y jugar sapo a ver si emboca. Y a veces emboca y entonces salen los ministros a decirnos que en San Juan de Lurigancho se puede afirmar que ha descendido la tasa de atracos y mejorado la tan mentada percepción ciudadana. ¿Usted piensa también así? Lo dudo. Lo que va a descender aún más con esta conducta infantil de un gobierno que no hace un trabajo serio, que se distrae con algo tan improductivo como el viaje de la señora Boluarte a Europa, que no sabe ni quiere tomar decisiones…es su casi nula aceptación, aumentando sí, su repudio popular.

TAGS RELACIONADOS