Pampas de Junín a la vista; subimos y bajamos cuestas de miles de metros, columna de uno por precipicios donde alguno cayó; 6 de agosto de 1824, viento helado, mareado, vomitando, lanceando pa´ no morir, escabechar, quejidos, insultos… pocos escuadrones pudimos desplegarnos, nos batimos con toda la caballería realista, éramos 900, ellos 1300, dan vivas al rey esos serviles. Respondimos ¡Viva la Libertad! ¿Derrotados? De repente Suárez, Rázuri, los Húsares del Perú cargan, a sable y lanza, vencen.
¿Batalla es a tierra como combate es a mar o aire?. Trafalgar (1805), Tsushima (1905) en mar, la de Inglaterra en el aire (1940), todas fueron batallas. Ni la geografía, ni la cantidad de combatientes definen qué es una batalla. La guerra, su historia, la historia militar, requiere claridad teórica en cuanto al objeto de estudio, imprescindible tener categorías y conceptos definidos por la reflexión, resultado de contrastar investigación y realidad. La acción militar, que es cuando la política librada por este medio se hace carne, sangre y nervio, nos lleva al teatro de operaciones. Allí, en la geografía, se enfrenta al enemigo para asegurar el objetivo. Batalla es cuando el enfrentamiento influye en el resultado final de una contienda (Diccionario Comando Conjunto FF.AA). Junín fue batalla, debido al impacto obtenido a nivel estratégico; pues esto significo dañar gravemente la voluntad de lucha del rival (el sueño de Clausewitz), dislocar al ejército realista que solo atinó a huir en la esperanza de guarecerse en valles cusqueños, esperando recibir más combatientes desde el sur; mientras los patriotas, tres días después, ocupaban Tarma, luego Jauja (11.08), Huancayo (14.08), Huanta (22.08) y Huamanga (24.08), realizando incursiones a caballo encabezado por Miller a Chalhuanca y Oropesa, a espaldas del Cusco. La batalla de Junín marcó el penúltimo hito de nuestra revolución de Independencia (Basadre).