Cuando la justicia actúa sin distingo alguno y desarrolla un trabajo con profesionalismo e independencia, se gana el respecto de la ciudadanía; empero, cuando ocurre lo contrario, el rechazo y censura es permanente, como sucede en el país.

Las noticias que llegan del exterior, como de Brasil, donde es casi seguro el inicio de un juicio político en contra de la presidenta Dilma Rousseff y que pondría en riesgo su mandato por una presunta adulteración de las cuentas públicas, además de los procesos en contra de empresarios y políticos vinculados a la corrupción (varios detenidos), reflejan que la justicia en dicho país está haciendo su trabajo.

Ayer la noticia que inundó las portadas de los diarios fue la acusación de corrupción en la FIFA donde aparece en una lista de posibles implicados el extitular de la Federación Peruana de Fútbol (FPF) Manuel Burga, controvertido exdirigente, quien lo ha negado todo.

Las acusaciones de delitos tributarios y lavado de dinero en la FIFA por parte de la fiscal general de Estados Unidos, Loretta Lynch, en contra de más de una veintena de directivos, que pasaron por cargos y otros que los ejercen en la actualidad, son serias.

Ambos casos dan un claro mensaje: las autoridades de justicia cumplen su trabajo con independencia.

En estos momentos preelectorales, el desafío de los candidatos es mirar con seriedad lo que debe hacerse con el Poder Judicial y el Ministerio Público, donde urgen reformas reales y no simples parches de planes.

La lucha contra la corrupción es el principal reto a asumir por el próximo gobierno, y lo que se escucha al respecto es muy poco. El objetivo es tener una justicia igual para todos y que ayude a luchar contra ella.

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