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La alegría cunde por todo el país luego de la sensacional victoria de 1-4 sobre Paraguay, que nos permite seguir con vida en las clasificatorias al Mundial (y más si mañana le ganamos a Brasil). Pero quien juega su partido aparte en la cancha política -y con la pierna en alto- es Keiko Fujimori.

Resulta que en el afán de meterle cabe a Kuczynski, la patrona “naranja” soltó una tremenda roca: “Especulaban que estaba deprimida. ¡Jamás! Eso es para perdedores”, dijo para acto seguido disparar toda su artillería contra el Gobierno.

Lo que no sabe la hija de Alberto Fujimori -o lo que sus congresistas tan aplicados no le dijeron- es que uno de cada cinco peruanos sufre de depresión. Es decir, para Keiko, uno de cada cinco peruanos son perdedores. Y les doy más números: al día, tres peruanos se suicidan. De esa cifra, el 70% lo hace por depresión. Entonces, estamos hablando de que casi dos millones de compatriotas padecen esta enfermedad. ¿Y son perdedores? No, claro que no.

El mensaje en las desafortunadas palabras de Keiko es que ella no se siente perdedora (o se resiste a aceptarlo). Y es que luego de caer derrotada en las urnas, por segunda vez, parece estar atravesando las etapas del duelo: negación, ira, negociación, dolor y aceptación. Evidentemente, se encuentra en la fase de la negación (probablemente en transición a la ira) y por eso no asume la pérdida ni felicita a PPK.

El proceso emocional por el que está pasando es normal, pero eso no la exime de ser responsable por sus palabras o acciones. Así que cuidado con lo que dice, señora Fujimori. Esta vez el fin no justifica los medios. Hacer oposición es una cosa e irse boca, otra totalmente distinta.

En otro lenguaje, así no juega Perú.

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