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La noticia de que Corea del Norte estaría llevando adelante tareas de reconstrucción y reparación de la base de misiles Sohae no es producto de la coincidencia con la coyuntura de la relación bilateral con EE.UU., recientemente focalizada en la reunión entre los mandatarios de ambos países en Vietnam. Lo voy a explicar. El régimen de Kim Jong-un ha tomado nota del impacto negativo para Washington de la negociación en Hanói, sobre todo de las repercusiones políticas en el frente interno estadounidense para el presidente Donald Trump. Recordemos que Pyongyang se llegó a levantar de la mesa, dejando desconcertados a sus pares de la Casa Blanca, y ahora anuncia la revitalización de su quehacer nuclear, que deja sin reflejos a EE.UU., obligándolo a recomponer sus fichas para no perder fuerza. EE.UU. tenía en sus manos a Kim -no se debe perder de vista que desde el comienzo de los acercamientos fue Kim y no Trump el más interesado en hacerlos realidad-, pero también ha perdido una importante coyuntura, de la que pudo obtener réditos en los frentes interno e internacional. No hay duda de que los norcoreanos quieren sacarle el máximo provecho a su efímero empoderamiento en Vietnam, y por esa razón, ante la ausencia de un acuerdo con la Casa Blanca, deciden incoar a los gringos su aparente victoria relanzando su referido poderío de misiles, recreando la idea de que todo está como antes, en que la relación bilateral era frontal y mínima por la carrera nuclear norcoreana. No creo que Washington se quede de brazos cruzados y es muy probable que decida nuevas sanciones económicas para el régimen totalitario. Ambos países buscarán traer agua para su molino, que es lo mismo que conseguir recuperar la partida; sin embargo, mirando a la teoría de las Relaciones Internacionales, que es la ciencia del poder y del conflicto, Washington aparentemente es el que más pierde en lo inmediato. Pero nadie se puede fiar de qué así sea para siempre. Por ahora, el equipo de Kim, con él a la cabeza, lo hizo, y eso no estuvo en el cálculo de la Casa Blanca, y se han inflado, solo que no deberían presumir, porque las coyunturas internacionales son cambiantes.