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Las declaraciones del presidente Pedro Pablo Kuczynski, en el sentido de que tratará de atraer al oficialismo a los 30 congresistas elegidos por el fujimorismo que no son parte de Fuerza Popular, no pueden haber sido dichas en peor momento, pues está previsto que mañana se reúnan la titular del Congreso, Luz Salgado, con el premier Fernando Zavala, quien tratará de tender puentes y lograr el voto de confianza en dos semanas.

Sería demasiado pedirle a Salgado que reciba al jefe del gabinete con su mejor sonrisa y su mejor predisposición a apoyar su exposición ante el pleno del Congreso, luego que el Mandatario ha dicho públicamente que tratará de reducir la mayoría fujimorista. Sea broma, mala interpretación o “tergiversación”, lo cierto es que la frase fue dicha por el gobernante y la reacción de los naranjas, cargada de legítimo malestar, no se ha hecho esperar.

Guste o no a la mitad de peruanos, lo cierto es que el fujimorismo tiene mayoría en el Congreso y el presidente Kuczynski con sus ministros y funcionarios tienen que gobernar con esa realidad porque las urnas así lo establecieron, en lugar de estar insinuando que desde Palacio de Gobierno -sea por la razón que sea- se fomentará el transfuguismo, esa tara que tanto daño ha hecho a las agrupaciones políticas y al país en general.

Ayer, el Mandatario ha señalado que en ningún momento ha hablado de promover el transfuguismo, sino de convencer a una facción del fujimorismo para que apoye las propuestas del Poder Ejecutivo. Vale la aclaración. No obstante, el ruido ya se generó en momentos en que los comentarios públicos y los gestos tienen mucho impacto. Sino, veamos el caso del cardenal Juan Luis Cipriani y sus desatinadas expresiones sobre los abusos a las mujeres, que nunca deben tener justificación.

Con su voto en primera vuelta, donde el fujimorismo obtuvo mayoría en el Congreso y con los resultados del “ballotage” que dieron como ajustado ganador a Kuczynski, el elector ha pedido diálogo, acuerdos y consensos entre ambas fuerzas. Las urnas han pedido madurez y eso es lo que tienen que demostrar el Ejecutivo y el Legislativo en los cinco años que se vienen. Es verdad que no es fácil luego de una campaña tan agresiva, pero hay que hacerlo.

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