Las alianzas entre Estados u otros actores visibles de las relaciones internacionales no son producto del azar ni del capricho. Se acuerdan por intereses mutuos y eso es bueno más aún en una época de la vida internacional dominada por la interdependencia, es decir, por un reconocimiento cabal de que todos se necesitan recíprocamente.
Es verdad de que cuando menos alianzas haya pues es mejor porque nadie quiere compartir el poder por lo que acordar o pactar a veces es la consecuencia del imperio de una necesidad o circunstancia. La que mantienen China y Rusia -nadie la creería durante la Guerra Fría- en el marco de la guerra de Moscú contra Ucrania sin duda que es un mensaje directo en la política internacional hacia EE.UU. La suma de todo lo que conjuntamente tengan como para mostrarse fuertes y poderosos será superior a la de Washington. Por tanto, nada de lo que sucede en la política internacional, siempre dinámica, es producto de la casualidad.
Por ejemplo, China y Rusia son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU -los otros 3 son EE.UU. Francia y el Reino Unido- y en los últimos años juegan en pared como Sotil y Cubillas para neutralizar todas las pretensiones de Washington vetándolas en el Consejo encargado de la seguridad mundial.
La inminente reunión en el marco de la cumbre de los países del BRICS de Vladimir Putin con Xi Jinping confirma que ambos países ya decidieron ir juntos en los acomodamientos económicos del nuevo orden mundial y por eso siguen mandando mensajes a Joe Biden, advirtiéndole sobre la nueva correlación de fuerzas en el planeta que juntas son superiores a la que representa la OTAN, por ejemplo. Por eso, no debe producir ninguna gracia a los halcones de la seguridad y la defensa en el Pentágono de que EE.UU., por supuesto, comience a compararse cualitativa y cuantitativamente respecto de las dos mayores potencias del continente asiático que inmutables siguen fortificando sus relaciones financieras para neutralizar al dólar.
El reciente encuentro de los mandatarios ruso y chino por lo menos asegurará de que Moscú no va a perder la guerra en Europa del Este por lo que las negociaciones ulteriores a la guerra nos mostrarán a una Rusia empoderada y a un EE.UU. en aprietos pues siempre 2 es más que 1 y la Casa Blanca lo sabe debiendo también ponerse a sumar.