La justicia ha descrito al detalle, en la audiencia del juez Richard Concepción Carhuancho, cómo Ollanta Humala y Nadine Heredia se enriquecieron a costa del poder; de disfrazarse con ese slogan de que la honestidad hacía la diferencia con ellos. Se forraron de plata con la política, así de claro. Usaron a interesados e ingenuos no para hacer un mejor país (nos dejaron hasta las patas), sino para satisfacer sus carencias económicas y hacerse de dinero fácil y sucio. Todo esto se sabía, pero ha tomado tiempo para que la justicia haga suyas estas graves imputaciones que, en la práctica y con el juicio oral, serán delitos.

En varios pasajes de la audiencia de ayer, el juez usó el término “alto grado de probabilidad” para referirse a los dineros que los Humala Heredia recibieron de Venezuela, gracias a Chávez, y Brasil, con Lula, quien acaba de ser condenado por corrupción y fue el intermediario para que Odebrecht les suelte los $3 millones.

No tuvieron vergüenza de usar hasta a sus propias hijas, además de una red de falsos aportes, empresas fachada y demás tropelías para esconder todo el dinero.

Ver a Pedraza jugando este triste papel, me hace pensar cómo se deshace un ídolo de barro. De la Defensoría y la CVR, su hoja de vida naufraga con el “Capitán Carlos” y señora. Ni qué decir de Nicolás Lynch, defensor de la moral y la pulcritud progresista, quien sabía de estos negros dineros, según los audios de ayer.

Todo esto es solo por plata. Faltan los crímenes de lesa humanidad en Madre Mía, en el caso de Ollanta, y la usurpación de funciones de Nadine. Su futuro es una larga prisión.