Una investigación llevada a cabo por el diario Correo ha arrojado luz sobre una preocupante realidad que se gesta en el Congreso. A pesar de los privilegios y comodidades que acompañan a su labor, varios congresistas han demostrado, a lo largo de casi dos años y medio de gestión, una escasa dedicación a la elaboración de proyectos de ley, revelando así una prioridad marcada por sus intereses personales en detrimento de las necesidades de sus representados.
Un caso que resalta en este sombrío panorama es el de la parlamentaria Gladys Echaiz, quien, en un lapso de 29 meses, apenas ha presentado dos iniciativas legales. Su falta de eficacia legislativa se ve empañada aún más por un incidente altamente cuestionable: la contratación de su nuera por el Congreso en el 2021, un acto prohibido que, según la Contraloría, transgrede los estatutos de este poder del Estado.
José Balcázar, otro legislador en la mira, no solo se destaca por su baja producción legislativa, sino que también está envuelto en irregularidades graves. Según el testimonio de un colaborador eficaz, Balcázar habría negociado sus votos a cambio de favores relacionados con la contratación de su nuera. Además, la exfiscal de la Nación, Patricia Benavides, ha archivado una investigación fiscal en su contra por apropiación ilícita en Lambayeque.
La tarea del Congreso no solo radica en producir más, sino en hacerlo de manera ética y transparente. Hoy por hoy la falta de resultados tangibles y la constante aparición de escándalos han sumido a la labor legislativa en una crisis de legitimidad