Insólito el espectáculo que viene dando el fujimorismo en los últimos días, el cual deberá ser superado al menos de la calle para afuera si es que quiere mantenerse en una posición expectante con miras a los comicios del próximo año. Primero fue la cuadrada que dio desde su celda Alberto Fujimori a Keiko y su entorno por la “evaluación” a los congresistas en funciones y el martes vino el tuit de Kenji contra José Chlimper, compañero de plancha de su hermana, por el mismo tema.

Pese al tremendo lastre que tiene el fujimorismo por la corrupción sin precedentes que hubo durante los años que estuvo en el poder (1990-2000), ha sido loable el trabajo que en los últimos años ha realizado Keiko Fujimori y su gente para lavarle la cara, destacar lo bueno que hubo en esa década y ponerlo en un lugar privilegiado en las encuestas durante los últimos cuatro años, desde que perdió la elección con Ollanta Humala en 2011 por escasos cuatro puntos.

Por eso, parece increíble que desde adentro el fujimorismo haya comenzado a torpedearse públicamente desde la misma cúpula, que es donde debería haber unidad. ¿Con ese espectáculo creen que dan a los electores una imagen de solidez ideal para ser gobierno desde el 28 de julio del próximo año? Da la impresión de que falta una mano que imponga el orden y la línea. Sería preocupante que la candidata Fujimori no esté en condiciones de hacerlo.

Durante mucho tiempo se ha especulado sobre la existencia de los “albertistas” y los “keikistas” dentro del fujimorismo, algo que esta agrupación ha negado una y otra vez. Sin embargo, por lo visto en los últimos días, queda claro que el reo de la Diroes, su hijo Kenji y los “históricos” van por un lado; y que Keiko con la gente nueva y sus aires de “renovación” caminan por otro muy distinto, lo cual es grave en medio de una campaña electoral.

El fujimorismo ha ido sólido en las encuestas en los últimos años y hasta hoy parece seguro en la segunda vuelta electoral. Sin embargo, debería tener en cuenta que la división que muestra podría ser letal ante un electorado históricamente voluble que define su voto entre febrero y marzo, y que quizá no quiera un gobierno con indefiniciones ni pugnas internas, pues a este paso más de uno podría pensar que un eventual gabinete pretendería ser armado desde la Diroes.

Libertad para los presos políticos en Venezuela esta Navidad.

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