Si algún “inocente” creía que el paso de los años y el peso de la realidad iba a llevar a que un triste personaje como Verónika Mendoza madure y replantee sus propuestas con miras a ser gobierno en algún momento, allí la tienen en pleno 2024 haciendo el papel de escudera de un ladrón y asesino de talla internacional como el venezolano Nicolás Maduro, a quien incluso el patriarca de la izquierda regional, Lula da Silva, ha conminado a que respete los resultados de las elecciones de este domingo que apuntan a ser un gran fraude.

La señora Mendoza se quedó en la izquierda arcaica, estatista y tiránica, esa que sueña con llegar el poder con el cuento de la “justicia social”, para más tarde cambiar la Constitución a fin de quedarse en el poder. Es la que no cree en las “pelotudeces democráticas” y es capaz de distorsionar la realidad para mantenerse con la sartén por el mango, de espaldas al sufrimiento de los ciudadanos. Alguien que vive en el mundo paralelo y que ve a Maduro como algo distinto a un dictador impresentable, no puede aspirar a gobernar el Perú.

Irónico que días atrás la señora Mendoza haya llamado a la “insurgencia” y hasta marchando con cuatro gatos por las calles de Lima en contra de una supuesta “dictadura”, si ella misma es fan enamorada de la tiranía más dura que pueda existir en este momento en la región, que carga con miles de muertos y desplazados como los que vemos en las calles de Lima pidiendo algunas monedas. ¿Con esa “coherencia” la antigua secretaria de Nadine Heredia quiere salir a pedir el voto de los peruanos? ¿Qué dirá la “izquierda moderna” o “democrática” ante la postura de su lideresa Mendoza? Este domingo son las elecciones venezolanas, en que el tirano se muestra dispuesto a todo con tal de no soltar el poder y acabar preso por ladrón y asesino. Este criminal solo podrá “ganar” a través de un fraude escandaloso. ¿Y ante eso qué va a decir la eterna candidata del rojerío peruano? ¿Le echará la culpa al fujimorismo, a “los grupos de poder”, a la prensa y a Estados Unidos?

Queda claro que Mendoza no ha evolucionado y que su “universo político” no va más allá de movilizar a cuatro gatos para dar un par de vueltas a la Plaza San Martín, tomarse fotos para sus redes sociales, culpar de todo al fujimorismo y gritar “nueva Constitución” y “abajo la dictadura”, pero la de Dina Boluarte que solo existe en su cabeza, y no la de Venezuela, la de Cuba o la de Nicaragua, que como son de izquierda, no pasa nada, todo está bien. ¿Para eso ha inscrito un partido político?