Uno

Los humalistas tienen ante sí un sendero que se bifurca. Por un lado, parte del entorno de la pareja presidencial terminará en la cárcel (ya está sucediendo) debido a los extraños manejos pecuniarios que salpican a Palacio. Por otro, la mayoría de los cuadros humalistas, unos más grises que otros, se encaminan hacia el cementerio del poder, un camposanto en el que los políticos aterrizan después de protagonizar el hundimiento de sus promesas. El futuro del humalismo es deprimente por donde se mire, pero la tristeza se combate con ideas. Ahora bien, la cárcel y el cementerio no tienen solución.

Dos

El espectáculo patafísico en el que la bloguera Rosa María Palacios chavetea a su hasta hace muy poco defendida (NH) tiene que hacernos reflexionar sobre la correcta posición del periodismo. El periodismo tiene que desconfiar del poder. El verdadero periodista desconfía de los poderosos y no los utiliza ni se deja utilizar por ellos. Enviarse mensajitos con la presidenta y luego publicarlos solo escenifica la triste pantomima de la independencia. Hay que desterrar del periodismo peruano este sentido lacayuno que se revuelca con los poderosos para luego envolverse en el manto de la virginidad.

Tres

“Los rendidos” no están rendidos. Los filoterroristas avanzan en su estrategia de la “memoria histórica” buscando reescribir nuestro pasado. De esta forma, los filoterroristas no se detienen en su intento de captar a la juventud mediante la tergiversación del lenguaje y por eso buscan minimizar el terrorismo equiparándolo a un “conflicto armado interno”. Fue, es y será terrorismo salvaje, sangriento y genocida. ¡El que tenga oídos para oír, que escuche!