Joe Biden, presidente de los EE.UU., y los dos candidatos a la presidencia del Perú -Pedro Castillo y Keiko Fujimori- que disputan en esta segunda vuelta electoral, se han referido últimamente a la clase media. Veamos. La denominación de clase media surgió en el siglo XIX, en medio de la vorágine que produjo la Revolución Industrial en la Inglaterra de la esplendorosa Era Victoriana, transformada por el desarrollo de las máquinas y la aparición de las fábricas que admiraban al mundo, mientras la Europa continental, que seguía dominada por el ruralismo -mantenía algunos apegos heredados de los tiempos del Feudalismo-, se aprestaba a vivir décadas de revoluciones por su impacto (las de 1830 y 1848), cambiando a las sociedades en sus modus vivendi.

La clase media alude a una estratificación socio-económica intermedia entre ricos y pobres. Como en sus inicios, esencialmente sigue estando compuesta por las personas dedicadas a las profesiones liberales (médicos, abogados, etc.,) y el comercio. Ha sido históricamente el grupo social de los intelectuales, es decir, la denominada clase pensante de un Estado. Sin duda, fueron los creadores de la Ilustración del siglo XVIII y lideraron el Estado Llano que abrió paso para el triunfo de la Revolución Francesa.

Creyéndose erradamente que la hacían los pobres, en realidad las grandes movilizaciones políticas de la historia, les pertenecen. Carlos Marx los llamaba pequeñoburgueses porque su actividad estaba involucrada a las tareas de la cosa pública en el aparato del Estado. Por hallarse en un espacio intermedio, la clase media siempre ha sido la más vulnerable de un Estado y por tanto, casi siempre la más golpeada. Aunque la hay como clase media alta y baja, en Europa, EE.UU. y en América Latina, es la más endeudada -Chile es el mayor ejemplo en nuestra subregión-, pues sus fenómenos de inversión se hallan mayoritariamente en la educación, la más onerosa carga en sus proyectos de vida. 

Es el grupo social más elástico que existe, pues sin problemas y sin desentonar, pueden moverse entre ricos con un buen whisky y entre pobres con un rico emoliente; sin embargo, a pesar de su buena formación, también es vulnerable a los prejuicios y a la alineación. Con todo lo anterior, la clase media es la llave sin la cual no se puede prender un buen motor.