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El primer requisito para el ejercicio del poder es el reconocimiento exacto de los límites de dicho poder. Keiko Fujimori es la mujer más poderosa del Perú y Fuerza Popular se ha convertido en el partido más grande. Tomar conciencia del propio poder es fundamental para una acción política efectiva. Los 73 congresistas, tres presidentes regionales, presencia en todo el territorio, una militancia cohesionada y hambre de gobierno son las columnas sobre las que se debe construir una táctica de cinco años, la larga marcha hacia Palacio. El axioma del poder (potestas) continúa vigente: el poder que no se ejerce termina perdiéndose.

Esto implica, también, examinar las armas del contrincante. En el bando ganador de las elecciones encontramos una amalgama que es más problema que posibilidad. Pese a ello, el presidente electo cuenta con gran respaldo. Ahora bien, hacer oposición no equivale a destruir el país. En sentido estricto, FP no tiene que hacer oposición en pequeñeces. FP tiene que proponer y construir la gran agenda de la reconciliación.

Para eso, el gobierno y el partido más grande tienen que identificar a aquellos que Víctor Andrés Belaunde llamó “desintegradores de la síntesis”. Es decir, la izquierda caviar. Sin principios, sin valores, sin poder real, profetas del odio, cultivadores del sectarismo y el subsidio, los progresistas deben ser eliminados de los puestos públicos, porque allí medran. Y confinados a sus ONG y universidades. Ellos, no los ppkausas, ellos son nuestro Amalec.