El 10 de diciembre de 2021, serán 39 años de que el Perú no es parte de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Convemar) y desde que he podido no he dejado de escribir al inicio de cada gobierno, con la esperanza de persuadirlo para que decida la adhesión de nuestro país al único instrumento jurídico internacional universalmente reconocido que hará valer nuestros derechos e intereses en todo el espacio oceánico. Decidirlo no es un asunto de intereses de grupos de derechas o de izquierdas sino de los elevadores intereses nacionales. El gobierno del presidente Pedro Castillo debería valorar seriamente hacerlo sin demora. Las ventajas de la referida adhesión son enormes para nuestro país -no es objeto de esta columna reiterarlas-, que han sido determinadas por la naturaleza de geopolítica del país como un Estado marítimo. Hay quienes absurdamente creen que la Convemar recorta nuestras 200 millas y están confundidos o quieren confundir a la gente, haciendo creer que tenemos un mar territorial de 200 millas -por el cual nadie podría entrar ni siquiera a navegar en esa distancia, una pretensión contraria a la sostenida abrumadoramente en el mundo que consagra la libertad de navegación-, cuando lo que contamos es un mar en esa misma distancia con plenitud de soberanía sobre los recursos vivos (peces) y no vivos (minerales), que es lo relevante. Por esa razón es que la Convemar consagra que los Estados tienen capacidad para decidir ¿cuándo?, ¿cuánto?, ¿dónde? y ¿cómo? se pesca, atributos propios de su referido carácter soberano. La polarización del tema de la Convemar, más bien por desconocimiento o demagogia, es un flagelo del que no hemos podido escapar a lo largo de estos casi 39 años de penosa ausencia en el tratado porque a nuestros gobernantes de turno, les ha temblado la mano. Es tiempo de dar el paso. He sabido de algunos conocidos acercamientos al presidente Castillo, los que siempre han referido las bondades de la Convemar. Esperamos sus consecuencias con sus voces en alto en el pasado, pues lo que está faltando es decisión gubernamental, una histórica desgracia nacional en quienes han conducido nuestros destinos.