Mientras el ruido político se vuelve atronador por los escándalos del Gobierno, hay una coyuntura adversa para los peruanos en temas más tangibles. Nos referimos a la crisis de la agricultura por la falta de fertilizantes. Por ahora, la producción agrícola ha sido afectada en 13 regiones. Si no hay respuestas del Gobierno para afrontar este grave episodio el próximo año tendremos menos alimentos disponibles, cuyos precios serán demasiado altos. Y no solo nos referimos a un déficit de las cosechas sino también al decrecimiento de la producción lechera.
El presidente Pedro Castillo debe ser consciente que gobernar no es durar como sea en su puesto, sino trabajar para los peruanos. Si no soluciona los gravísimos problemas del país, en este caso en materia alimentaria, se incrementará el hartazgo y el rechazo de la gente. El problema es que no hay confianza en este Gobierno ya que en los primeros meses no ha podido dar coherencia y eficiencia a su rumbo, dado su alto grado de improvisación.
En estas circunstancias, el jefe de Estado ha nombrado como ministro de Agricultura a una persona sin experiencia ni conocimiento en el sector. Es evidente, que ante situaciones de emergencia lo más lógico y razonable es poner al frente a los profesionales más capacitados. Por estas decisiones del Ejecutivo, se acentúa el divorcio del Gobierno y los ciudadanos. Todo esto los separa irreconciliablemente.