El Ministerio Público continúa bajo fuego. Las acusaciones y cuestionamientos proliferan en los cenáculos y en las calles. El Ministerio Publico trabaja con la Policía Nacional, con el Ministerio del Interior y con el Poder Judicial y se forma una cadena perversa de desvalorización en que todas las entidades claves se desprestigian unas a otras con serias deficiencias que contribuyen a la percepción de impunidad e incapacidad que lleva al crecimiento de la delincuencia. Estamos ante un dramático bloqueo del Estado mientras la escalada de inseguridad crece y se intensifica. La percepción de indefensión es unánime. Las voces que piden reorganización de estas instituciones del sistema de justicia se convierten en clamor que exige el estado de excepción para activar a los órganos más importantes y así responder a la desesperación que nos alcanza sin tregua posible. Si hasta el Ministro del Interior acusa a los fiscales de ser “cómplices de la criminalidad” y denuncia que sus decisiones impiden avances en la lucha contra el crimen organizado no necesitamos mas. Que el Consejo de Ministros convoque a los mejores expertos, que los hay, para afinar la propuesta, que estudie a conciencia esta medida que siendo extrema parece ser viable si se unen voluntades para que el gobierno baje de su nube y responda dentro de la democracia. No solo con políticos y funcionarios que han demostrado ineptitud, esperemos la colaboración de la sociedad y de los que saben. Necesitamos ir más allá. Que la desesperación no nos haga perder lo poco que tenemos, no podemos dejar que las puertas de la anarquía y la frustración den paso al aventurerismo, la violencia o a la fuerza. La democracia y el Perú bien valen el esfuerzo.

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