¡Ganar a cualquier precio!, aunque sea al de mentir consistentemente y ahondar aún más el abismo que se abre entre ciudadanía y democracia, porque quienes dicen actuar en nombre de ella no tienen ninguna compasión con el principio de responsabilidad personal y de “responsiveness” a los electores.

Dos propuestas de esas se presentan ahora como para demostrar firmeza, aquella que no tuvieron cuando les tocó estar al frente de las tareas públicas. La primera, la de la lucha contra la inseguridad ciudadana y la segunda, la del endurecimiento de cualquier pena (pena de muerte o cadena perpetua como programa de gobierno), como si no se conociera cómo se utiliza en el Perú el sistema de justicia

Poner a las Fuerzas Armadas a hacer tareas de policía es imprudente y demagógico. No hay necesidad de extenderse en explicar que las tareas de ambas instituciones son distintas. Sin embargo, por hacerse los duros dejan de lado la inmediata y principal tarea, que es la de formar debidamente a los policías y la de ponerse personalmente el presidente a liderar esa lucha, con su presencia física en donde trabajan estas personas. También la de crear un servicio de inteligencia para el combate del crimen y liderar su conducta para que tenga una actitud que no se revuelva contra la democracia.

Hay que asignar recursos y pagar mejores sueldos a quienes hacen esta tarea. La seguridad es uno de los rubros de los que no se debe desentender el Estado. Pero eso no es todo.

Si el Presidente no se mete de lleno y a diario en esta lucha y no da el ejemplo que arrastra, todo lo demás no tendrá resultados.