La llegada del 2015 me trae a reflexión un hecho que considero insólito: mientras la gente va interiorizando la cultura del mercado y las libertades individuales como el mejor modo de desarrollar su propia vida, todo el espectro político se va corriendo a la izquierda. Y no solo en los hechos, también en el discurso.

Así, vemos a Keiko Fujimori, Toledo y PPK proclamando su posicionamiento a la izquierda. Alan García ni necesita hacerlo, ya que el APRA sigue siendo parte de la Internacional Socialista. Acción Popular ya es un partido de izquierda desde el fallecimiento de su máximo líder. Los socialistas confesos -caviares y rábanos- no necesitan presentación. El PPC queda como el partido de la vetusta derecha conservadora por antonomasia, a pesar de sus disfuerzos por vestir ropaje popular.

La gente que interioriza el mercado, las libertades individuales y rechaza el intervencionismo y la ineficiencia estatal, simplemente se va quedado sin representación. ¿Por qué? Porque ninguna de las opciones en vitrina está dispuesta a emprender los grandes cambios estructurales pro mercado que requiere el Perú para pasar de ser un país con olitas de crecimiento esporádico a ser uno montado en la gran ola del desarrollo. Esos cambios, que supondrían verdaderas reformas en los campos de la educación, tributación, organización estatal, orden público, sistema judicial, sistema político, legislación laboral, medio ambiente, entre otros, requieren un tipo de convencimiento político que no está en la mente de los líderes de los partidos con opciones reales de ganar en 2016. Particularmente cuando no estamos con la soga al cuello y hay espacio financiero para sobrellevar las cosas más o menos como están a base del infaltable populismo.

No obstante, ese amplio bolsón de personas que va engrosando la clase media no se siente cómodo con una izquierda promotora -en mayor o menor grado- de un aparato estatal ineficiente, entorpecedor, anquilosado y expropiante. Y si no están en la izquierda, están en la derecha, pues el “centro” es solo una entelequia. Pero no en cualquier derecha. No pertenecen a la derecha conservadora tampoco, que también clama por un Estado intervencionista. Están en una derecha popular, emergente, libertaria, sin representación partidaria aún, pero que ya existe como espacio político. Son de todas las sangres y los une la apuesta por la modernidad. Quizás por ahora no tengan conciencia de lo que son, ni sean aún mayoría, pero necesitan hacer escuchar su voz.

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