En el país hemos visto intentos burdos de frenar la acción de la justicia y cómo terminaron sus protagonistas. Pedro Castillo y su golpe de Estado, así como Patricia Benavides destituyendo a la fiscal Barreto a horas del operativo que terminó con sus asesores detenidos y ella suspendida como fiscal de la Nación son un ejemplo.
Sabiendo cómo acabaron estas personas, resulta una deplorable coincidencia que horas después que el Ministerio del Interior decidiera eliminar la cooperación entre la Policía Nacional del Perú y el Equipo Fiscal Contra la Corrupción en el Poder (Eficcop), este equipo allane la vivienda y detenga al hermano de la presidenta Dina Boluarte, Nicanor Bolaurte.
A esto se suma la reciente filtración de documentos fiscales donde se afirma que, a través de su abogado, el exfiscal Mateo Castañeda, la presidenta Boluarte intentó comprar lealtades en el equipo policial ofreciendo ascensos a cambio de que se archiven las denuncias contra su hermano.
Boluarte y sus ministros títere pueden decir misa si quieren, pero que se haya desarmado un equipo a vísperas del operativo que detuvo a su hermano configura algo más que una coincidencia. Podría ser un delito.
¿Estamos viendo la agonía de lo que queda del gobierno perulibrista? Que ellos sigan en el poder depende del Congreso, pero resulta que ellos tampoco se quieren ir, así que andamos en círculos y la pobreza sigue aumentando.