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Si algo quedó claro, al menos en los primeros minutos del partido ante Nueva Zelanda, es que Perú era superior a su rival. Esa certeza reposaba en el dominio tibio que nuestra selección ejerció desde el inicio y alcanzó su cúspide con esa pelota que el portero local saca de la línea cuando apenas se jugaban unos minutos. Sin embargo, ese dominio, más allá de ser innegable, no era tangible. Hubo mucho ímpetu, mucho nervio y temple, pero poca coordinación. La inteligencia no estuvo de nuestro lado; sucumbimos a la desesperación de la clasificación accesible después de tantos años. Lo que tiene que suceder ahora es cambiar todo: no los nombres, sino la postura, la intención. Se regresa de Nueva Zelanda con un 0-0 que gusta poco y no nos permite sentir que en Lima se sellará algo. Farfán jugó de Guerrero y en eso se basó su aporte insuficiente: que no fue Farfán. La “Foquita” debe jugar con apoyo, a diferencia de Paolo, que se entiende bien en solitario. Jefferson no tuvo compañía y la marca local sobre él fue contundente. Lo desaparecieron en gran medida y esa fue una de las principales pérdidas del equipo de Gareca, tanto que la situación de gol más clara llega al comienzo del partido de pies de Farfán, aunque después no apareció más, hasta cerca del final cuando le ganó una pelota al portero neozelandés.Es preocupante que Nueva Zelanda no haya jugado bien, porque eso quiere decir que lo de Perú fue sumamente pobre. La propuesta nacional fue cayendo, minuto a minuto, y contemplar eso era dramático. La ansiedad se mimetizó con una propuesta insoluble que no fue suficiente para lastimar a un rival que -valgan verdades- tenía poco que ofrecer. En ese escenario, Perú fue menos que Nueva Zelanda, a pesar de ejercer cierto dominio.Hay que tener claro que el miércoles no será Perú jugándose una final, sino dos selecciones haciendo lo propio. Nueva Zelanda ha gozado de noventa minutos de este Perú, salvó su arco y vendrá a Lima para enfrentarse a un contrincante ya estudiado, que añadirá a sus defectos ya expuestos la presión incesante de una localía compleja.Gareca tiene pocos días para corregir, pero debe hacerlo y con urgencia. Que un empate sin goles ante Nueva Zelanda sea un buen negocio, también llama la atención. Es cierto que nada nos sobra, aunque también lo es que, a nivel técnico, Perú es más que su rival. El miércoles se librará una batalla de inteligencia y en esas lides no siempre se impone el mejor, sino el más listo y el menos torpe.