Los auténticos fenómenos de la música pop son aquellos que trascienden, desde su grandeza en el género que eligieron desarrollar, y se convierten en íconos que involucran a varias generaciones sin distinción alguna. No es fácil lograrlo, no es fruto de la buena suerte, al margen del talento que pueda tener una estrella, se debe nacer con ese don que te permite ser un referente y convertirte en un personaje entrañable, casi familiar, cuya partida te genera una nostalgia de tiempos idos que asocias a la felicidad. Uno de estos seres iluminados fue Olivia Newton John, la novia eterna de millones, la voz dulce y a la vez sensual de “I honestly love you” y “Deeper tan the night”, la inolvidable Sandy de “Grease”. La británica que llegó a Australia a los cinco años y desarrolló su carrera musical en Estados Unidos, falleció hace una semana dejando una trayectoria que abarca cinco décadas, y sobre todo una influencia vital en la industria del entretenimiento que todos han coincidido en señalar. Desde sus inicios en la balada pop country con “Please mister please” hasta su punto más alto con “Physical”, que la despojó de esa imagen de niña buena, Olivia siempre pensó que su oficio de cantante la haría pasar a la historia, hasta que llegó “Grease” a su vida. La única película exitosa que filmó (“Xanadu” y “Two of a kind”, fueron fracasos de taquilla), la inmortalizó con un papel que todos recuerdan y una banda sonora a la altura del boom que fue la cinta. Sandy, con su vincha y vestido blanco cantando “Hopelessly Devoted to You” es parte ya del imaginario popular y quizás es la imagen que todos queremos recordar de ella. Pero también, aparece esa muchacha vestida de negro que canta a dúo con John Travolta y que tampoco pretendemos olvidar porque aparece una estrella en todo su esplendor. Olivia ingenua,  dulce, pero también decidida y sensual, Olivia Newton John fue tan grande que a pesar del cáncer con el que tuvo que batallar durante treinta años nunca se dio por vencida, y menos se le ocurrió dejar los escenarios. Pero hay batallas que se pierden, y esta vez ella no pudo más ante el enemigo, pero lo que la cruel enfermedad no podrá quitar nunca es su recuerdo en los corazones de millones en el mundo. Ese seguirá al ritmo de su música y de su inolvidable sonrisa.

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