No se crea que las acciones violentas del Estado Islámico (EI) se realizan únicamente en el Medio Oriente. No. Una de las características de este grupo terrorista desde que apareció en el escenario internacional ha sido precisamente que sus operaciones se han ejecutado en distintas partes del mundo.

En los últimos meses hemos visto la seña de su expansión en Túnez, Francia, Bélgica, EE.UU., Egipto, Turquía y ahora le ha tocado a Indonesia, el Estado con el mayor número de musulmanes en el planeta (230 millones).

Yakarta, su capital, había sido objeto de diversas amenazas en los últimos tiempos y más de una voz autorizada en el país subestimó la eventualidad de un ataque como el registrado en la víspera que ha dejado el lamentable saldo de siete personas muertas. Salta a la vista la enorme capacidad y logística con que cuenta el EI para mostrar la fuerza de su expansión.

Tienen muy en claro que su actuación no puede limitarse a un solo territorio y por eso escogen países con problemas de estabilidad, principalmente política y económica, o hasta Estados fallidos o ingobernables, que suelen ser los más vulnerables a la acción terrorista. En este país asiático formado por una multidiversidad de etnias y lenguas, la Yemma Islamiya, considerada el brazo armado de Al Qaeda, ha venido operando múltiples atentados a lo largo y ancho de Indonesia.

Hay que admitir que el tamaño de estos siniestros cuesta muchísimo dinero, lo que se explica por el ingreso que obtienen del petróleo que colocan en el mercado negro asiático gracias al control de importantes refinerías del crudo en Medio Oriente, ubicadas en Siria e Iraq, donde cuentan su mayor influencia.

TAGS RELACIONADOS