A mis alumnos siempre les digo en clase de que el tablero geopolítico europeo histórico se debió a la famosa batalla de Salamina, que fue el combate naval del mundo antiguo entre las ciudades-estado griegas y la temida flota del Imperio persa -actual Irán- un día como hoy, 29 de setiembre del 480 a. C., que fue derrotada.

Precisamente la obra “Los persas” de Esquilo, que participó en la batalla, en el año 472 a.C., narra este episodio clave en la historia de las relaciones internacionales. En efecto, sucedió en el golfo Sarónico, precisamente donde se halla la isla de Salamina, por cuyos canales, en un espacio muy estrecho, se llega hasta la bahía de Eleusis, cerca de la esplendorosa Atenas. Por cierto que no era una novedad que los persas buscaran encimar a los griegos, y en general a todo el Peloponeso, y este suceso bélico, que se dio en el marco de la segunda Guerra Médica -la primera data del 490 a.C. y fue dirigida por el no menos conocido rey persa, Darío I-, que fue el segundo intento de los persas por conquistar Grecia.

En realidad los griegos jamás fueron conquistados y eso debo explicarlo pues a los pueblos que los dominaron, más bien fueron los helénicos los que terminan cautivando, como pasó con la poderosa Roma, el hegemón del mundo antiguo, en lo que se ha denominado “Helenización romana”, es decir, mientras el mayor imperio del globo de aquella época conquistó militarme a la civilización que legó el derecho a la humanidad, los griegos, conscientes de su talento intrínseco, los terminaron dominando culturalmente, por eso a Zeus lo llamaron Júpiter o a Hera la conocieron como Juno, por ejemplo.

Con enfrentamientos adversos en las batallas de Termópilas y de Artemisio, los griegos cedieron al avance persa que habían llegado hasta Beocia y el Ática. El rey persa Jerjes quería dominarlos completamente pero sobrevino en Salamina, que comentamos en esta columna, la astucia griega aprovechando el desorden persa por no saber actuar en equipo, consumándose la victoria helénica decisiva y definitiva.

En adelante Grecia quedó empoderada. Otra hubiera sido la historia de Europa y de Occidente si los persas vencían en esa ocasión, como otra, si los musulmanes, apostados en la península ibérica por 8 siglos, cruzando los Pirineos, lograban ingresar en el Viejo continente.