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De la esperanza generada por la salida del poder de los Humala Heredia y por el positivo discurso de PPK, descendemos aceleradamente por una pendiente de críticas y de malestar que apunta negativamente a todo lo que se mueva.

PPK tiene un ministro cordial, que tiende puentes, lo que no debería contradecirse con el estilo presidencial familiar, alegre y campechano y menos aún con su linaje académico e intelectual que permite esperar alocuciones mayores muy bien pensadas como la que nos ofreció este 28 de julio celebrada por el 90% de peruanos. Intervenciones de fondo que deberá combinar con diálogos dinámicos y ligeros a través de una cadena radial local.

Pero estos afanes de comunicación masiva de PPK no deberían chocar con una feria de críticas y hostilidad, de comentarios de rencor y mala fe, como los que generalmente exhiben los malos perdedores.

Al fujimorismo y en especial a su candidata le convienen hacer buena letra en este quinquenio. La polarización sigue activada y el antifujimorismo los responsabilizará por críticas excesivas y mal intencionadas como sucedió con la consigna del silencio de aplausos que la bancada naranja aceptó obediente en el Congreso.

Que la hostilidad de una oposición mal entendida no se refleje en la distribución de comisiones y menos aún en la investidura del gabinete Zavala que ha dado muestras de buena forma física y de reflejos políticos acertados en sus primeras medidas anunciadas. El bullying político no es oposición ni es propuesta. No queremos guerra ni discordia sistemática, la escuela humalista que envenenó la política cotidiana debe quedar atrás.

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