Bolivia, con mejores vientos en La Haya que Chile -la Corte Internacional de Justicia decidió rechazar la excepción preliminar de incompetencia planteada por Santiago en el mes de setiembre de 2015, y el gobierno de Michelle Bachelet cambió al agente de su país en el juicio incoado por La Paz, hace tan solo pocos meses- acaba de anunciar que formalizará demanda contra el país sureño por las aguas del río Silala, que, perteneciendo a Bolivia, de manera impropia el gobierno de Chile las pretende, llegando a calificar dichas aguas de internacionales. El problema del Silala no es reciente; todo lo contrario. Chile en su oportunidad las desvió unilateralmente, generando un nuevo cauce enteramente artificial, alterando incluso la naturaleza geopolítica entre Bolivia y Chile por el referido río. La decisión boliviana no es descabellada. Tiene lógica, porque busca advertir a la Corte de las verdaderas intenciones que hay detrás de la ya conocida posición expansionista chilena. Así, con dos demandas de por medio, la sagacidad boliviana tiene dos frentes: por supuesto que ante la Corte misma, a la que busca confirmar la inconducta chilena; y, de otro lado, ante la comunidad internacional, pero principalmente americana, a la que Bolivia publicita su justa causa para impactar en la imagen chilena. El anuncio boliviano no debe haber caído nada bien en Santiago, y no esperemos ver una amical reacción en el futuro inmediato. Está claro, entonces, que Chile, al desviar las aguas del río Silala, desnuda que ha actuado sin buena fe, y eso es letal internacionalmente, porque la Corte suele considerar, y mucho, en la orientación de sus fallos la conducta de las partes. Veremos qué sucede.