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Chosica, Lima, es claro ejemplo de que la población desafió a la naturaleza y ocupó zonas de riesgo. Cada época de verano, cuando ocurren lluvias en las partes altas, se activan las quebradas y la misma desgracia se repite.

Cada año, los damnificados suman cientos y lo que pasó en marzo del 2017 en el balneario de Punta Hermosa, cuando ingresaron huaicos en quebradas que por años permanecieron secas, y se inmortalizó la imagen de Evangelina Chamorro que fue salvada de milagro entre el lodo que la arrastraba, motivó en ese momento reflexiones entre las autoridades para supervisar los sitios considerados de riesgo.

En el Perú, lamentablemente, las disposiciones de Defensa Civil no se respetan al existir complicidad en gobiernos municipales y regionales que promueven “disimuladamente” la ocupación de tierras prohibidas, las mismas que comienzan con la invasión dirigida por traficantes, luego son reconocidas y reciben los certificados de posesión.

Un vicio que persiste en los últimos años al existir criminales en municipios y gente que negocia con la apropiación de terrenos sin importar el riesgo.

Este año, la historia se repitió en Tacna con la activación del río Caramolle; en Arequipa, en Quequeña y Yarabamba, viviendas en zonas de riesgo quedaron dañadas; y ahora la tragedia golpea Aplao con al menos cuatro fallecidos. Es otro mensaje que nos da la naturaleza. El cauce de la quebrada desapareció y el lodo no tenía por dónde discurrir. ¿Algún día aprenderemos?

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