Otro capítulo vergonzoso ha ocurrido en el Congreso de la República. Luego de la escandalosa votación que blindó a la parlamentaria María Cordero Jon Tay, acusada de apropiarse ilegalmente de parte del sueldo de sus trabajadores, finalmente dieron marcha atrás y aprobaron que sea investigada por la Fiscalía y quede suspendida mientras dure el proceso.
En un primer momento, el Parlamento se hundió aún más en el lodazal de su propia deshonra al salvar a Cordero Jon Tay. Esta actuación solo refuerza la percepción general de que los legisladores están más preocupados por sus propios intereses que por los de aquellos a quienes supuestamente representan. Incluso durante el debate, el congresista Edwin Martínez, minimizando el acto de corrupción, llegó al extremo de decir: “Cuántos mochasueldos hemos tenido en el Congreso. ¿Por qué ensañarnos contra María Cordero Jon Tay’?”. Él y otros colegas solo defendían la impunidad. Y ya se sabe, la impunidad solo fomenta más delitos.
Es evidente que el Parlamento sigue sin tomar conciencia de la gravedad de los casos de corrupción en su seno y mucho menos actuar contra estos. Solo la presión de la opinión pública y el rechazo de la mayoría de peruanos ha generado que retrocedan.
Es hora que el Legislativ tome acciones concretas para restaurar su credibilidad y demostrar que está verdaderamente comprometido con la transparencia y la ética. Todos los “mocha sueldos” deben seguir el camino de Jon Tay. No más blindajes. Hay más de un congresista que le ha robado a sus trabajadores y les debe caer todo el peso de la ley.