“¡Fuera Castillo, fuera!” y “¡Corrupto, corrupto!”, fueron los gritos que ayer un nutrido grupo de pacientes y sus familiares lanzaron contra el presidente Pedro Castillo en el hospital Edgardo Rebagliati Martins, en la capital. Estas reacciones espontáneas van a tono con la sensación de gran cantidad de peruanos. No en vano, en la última encuesta de Datum se da cuenta que la actual crisis políticas del Perú le genera al 35% de ciudadanos un sentimiento de cólera e indignación, mientras al 24% le produce tristeza y al 14%, frustración. De esta forma, es absolutamente comprensible la reacción de la gente en el hospital de EsSalud.
Un Gobierno que no soluciona ningún problema y, por el contrario, agrava los existentes solo va hacia un agudo estado de crisis social. A ello nos conduce el mandatario, quien ha dado muestras de incapacidad para liderar el país rumbo al desarrollo.
En la misma encuesta de Datum, el 32% de peruanos estima que el principal problema del país es la mala situación económica. La falta de empleo y el alza de los precios de los alimentos y los combustibles son factores que afectan el día a día de los peruanos. ¿El jefe de Estado tiene la capacidad de revertir esta situación? Creemos que no. Por eso, la gente se molesta y protesta. Y hasta las próximas autoridades, que tienen cierta afinidad con él, le llaman la atención. Ayer el gobernador regional electo de Ayacucho, Wilfredo Oscorima, le dijo en una reunión en Palacio: “Presidente, deje la pelea política y dedíquese a trabajar”. Todos le exigen que gobierne, pero todo indica que no lo puede hacer.