Semanas atrás escribí en este mismo espacio que el exmandatario Ollanta Humala era un hombre con mucha suerte, pues llegó a la Presidencia del Perú a pesar de que se sabía que sus cuentas familiares y de campaña no cuadraban, y pese a que todo el país conocía de su oscuro pasado en 1992 en la base contrasubversiva de Madre Mía, donde, según varios testigos, el “Capitán Carlos” ordenaba matar y tirar al río a sospechosos de terrorismo.

Sin embargo, la suerte del hoy expresidente sigue vigente hasta estos tiempos, pues a pesar de las acusaciones que tiene en su contra, sigue gozando de absoluta libertad. Si hace 17 años, cuando el corrupto gobierno de Alberto Fujimori se vino abajo, a alguien de por ahí hubieran acusado de asesinatos en serie en una base militar y de recibir 3 millones de dólares para una campaña presidencial, hace rato el sindicado estaría ocupando una celda bajo la figura de la prisión preventiva.

Recordemos cuando a fines del año 2000 e inicios del 2001 congresistas, ministros y generales iban a parar adentro con la simple delación de un colaborador eficaz, sea Matilde Pinchi Pinchi u otro, sin necesidad de que el personaje aparezca en un “vladivideo” recibiendo dinero sucio. Incluso algunos de ellos, tras larguísimos procesos que afectaron irreparablemente a sus familias y su economía, fueron absueltos en el Poder Judicial.

Si Humala es detenido en algún momento, tendrá que decidirlo el Poder Judicial. Pero no deja de llamar la atención, si miramos los hechos comparativamente, la benevolencia con que se trata hoy a un sindicado por delitos muy graves, frente a como se hizo hace 17 años, en que fiscales y jueces no perdonaron a nadie. Cómo olvidar también el caso posterior del excongresista José Anaya, el “Comepollo”, a quien le pusieron cinco años de prisión efectiva por adulterar vales de alimentos.

Pero el único con suerte parece ser no solo el expresidente Humala, sino también el también exmandatario Alejandro Toledo, quien lleva varios meses evadiendo a la justicia peruana en Estados Unidos, donde no se le toca ni con el pétalo de una rosa. El nacionalista y el chakano tienen mucho que agradecer, pues ante las evidencias aparecidas y los cargos formulados, si estuviésemos hace 17 años, hace tiempo estarían tras las rejas.