La mano de mece la cuna, por Rolando Sousa

Ante un gobierno sin partido, sin representación parlamentaria, sin mayores logros, encontraron una fórmula perversa para disfrazar semejante lastre para el país:

Desinstitucionalización, desprestigio, persecución y cárcel para todo aquel que cuestiona, controla o fiscaliza. En esa profundidad han metido a personas e instituciones, líderes de la oposición, parlamentarios, exfiscal de la Nación, Congreso de la República, partidos políticos, convirtiéndolos en enemigos públicos. Para lograr ese objetivo, se han “estrechado lazos” entre sectores de la prensa y encuestadoras, ONGs caviares financiadas por especuladores extranjeros que responden a sus intereses, algunos fiscales, los protegidos por el Sr. Presidente, en medio de este entuerto de las interceptaciones telefónicas, juegan un rol fundamental, dando soporte al esquema, se filtran en mayoría contenidos de la oposición y en momentos oportunos a sus fines. Para sustentar su hipótesis, los mismos fiscales consideraron que era necesario emplear el Derecho Penal del Enemigo, aplicando la Ley de Crimen Organizado, sabiendo que dicha ley les faculta a efectuar incautaciones, decomisos, interceptación postal, intervención de las comunicaciones, agentes encubiertos, acciones de seguimiento y vigilancia, levantamiento del secreto bancario, de la reserva tributaria y la reserva bursátil, además de usar la figura de la colaboración eficaz, orientadas principalmente contra los líderes de oposición. Resulta inverosímil creer que a un partido político como Fuerza Popular se le haya instrumentalizado como una organización criminal para lavar activos, siendo la fuerza política que tenía en su momento la primera opción de gobernar. No es pues casualidad el respaldo recibido por los “fiscales héroes”. Se han creado ídolos de barro, que cuestionan a superiores sin considerar la imagen institucional del Ministerio Público, grupos de prensa que orientan la información y con ello a la opinión pública en favor de sus propios intereses, parlamentarios antimineros que pontifican con la moral, algunos jueces que huyen a su deber funcional de administrar justicia y otros cuyos fallos son dúctiles a la presión mediática.

¿Qué mano mece la cuna detrás de este sofisticado despropósito contra el Perú? ¡¡¡Es urgente defender lo nuestro!!!