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Ganar la Mesa Directiva del Congreso es prioridad A-1 para Fuerza Popular, la bancada de Keiko Fujimori. Después de la resbalada que se pegó con Daniel Salaverry, quien apostó por un manejo menos direccionado del Parlamento y, en ocasiones, no dudó en poner en su sitio a algunas “vacas sagradas” del fujimorismo, la estrategia “naranja”, con una dosis de venganza, es recobrar aquel sillón que -como sabemos-- conlleva poder, manejo y presencia política.

En ese cometido, a pocos días de la elección, las negociaciones van y vienen por las oficinas, curules, recovecos, Hemiciclo y Hall de los Pasos Perdidos, aunque las otras bancadas no son cojas y también mueven sus fichas a la caza de la presidencia del Legislativo o el premio consuelo de las vicepresidencias, por lo que se advierte una contienda con toda la sazón de nuestros padres de la Patria.

Tan obstinados están los keikistas por hacer suya otra vez la dirección del Congreso que apelan a la desvergüenza de Héctor Becerril para pedir el retorno de Kenji Fujimori (y sus “Avengers” insertos ahora en Cambio 21), después de que precisamente él lo trató como a una zapatilla y aseguró que “no es relevante para Fuerza Popular”. Este señor cree que los peruanos son caídos del palto y que no advierten el interés soterrado de su propuesta.

Kenji ya mandó a decir “tampoco, tampoco” y que seguirá tranquilo, vendiendo sus frutas, lejos de la vorágine congresal y de los ímpetus de sus excolegas que en su momento no lo apoyaron en la búsqueda del indulto a su padre, Alberto Fujimori, e hicieron papilla cuando se conchabó con Kuczynski para lograrlo.

En conclusión, FP fácil no la tendrá.