Si actúa con objetividad y apego a la verdad a pesar del evidente sesgo ideológico de su secretario general Luis Almagro, la misión que envíe al Perú la Organización de Estados Americanos (OEA) tendrá que reconocer que acá no hay ningún golpe de Estado en marcha y que toda la crisis política que nos agobia se viene manejando dentro de lo que manda la Constitución.

Si Castillo sigue en el poder, es porque el Congreso democráticamente elegido no logra alcanzar los 87 votos que necesita para la vacancia, mientras la fiscal de la Nación, Patricia Benavides, ha actuado en uso de sus atribuciones constitucionales. De otro lado, si el mandatario puede ser acusado, tendrá que decirlo el Tribunal Constitucional. ¿Dónde está el golpe?

Una vez en el Perú, la misión de la OEA deberá escuchar a todas las partes, incluyendo a los voceros políticos del Congreso, al Ministerio Público, a la Defensoría del Pueblo, a los medios independientes y demás. La versión del Poder Ejecutivo ya la tiene, falta la del resto que tendría que ser tomado en cuenta para emitir un informe.

Es difícil confiar en la OEA en manos de Almagro, quien ya ha dado evidentes muestras de sus sesgos y simpatías. ¿Recuerdan cuando dijo que Castillo estaba comprometido con la lucha contra la corrupción? Queda a los peruanos exigir un trabajo objetivo y no una pasada de mano a su amigo, del que también destacó que se preocupaba por la agricultura, cuando ni había podido comprar urea.