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Así como ocurre con el tráfico de terrenos que se produce en el territorio nacional a manos de mafias -varias de ellas desbaratadas en los últimos meses-, el caos se replica en la ocupación y el control de calles cerca de zonas comerciales.

Tal situación genera desorden en las principales urbes del país, con leyes existentes que duermen el sueño de los justos y dan paso a la ley de la selva, donde el más violento impone sus reglas.

Claro ejemplo de ello es lo que pasó durante los últimos años en el principal emporio comercial del Perú: Gamarra, donde las calles eran controladas por mafias en coordinación con malos funcionarios de la Municipalidad de La Victoria.

El desorden y el caos que imperaban en dicha zona fueron enfrentados de manera frontal por la administración edil con su alcalde George Forsyth, quien dispuso un gigantesco operativo para recuperar las calles.

Fueron días de tensión, pero al final se limpiaron las vías, en especial para el libre tránsito de miles de personas que acuden a trabajar y de aquellas que llegan para realizar sus compras. Entonces, ocurrió lo que muy poco se hace en el país: se recuperó el principio de autoridad.

Esta acción positiva permitió a Forsyth convertirse en la principal figura de la escena política nacional y -lo que es mejor- los vecinos recuperan la confianza.

“La ola de Gamarra” se replica en otros distritos como San Luis, Santa Anita y El Agustino, al igual que en el sur, caso concreto en Arequipa. Ello es bueno, ya que es hora de tener ciudades ordenadas. Aunque todo eso depende de la firmeza y del compromiso de quienes nos gobiernan.

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