Una gran oportunidad de sobresalir tenemos como país, en los siguientes meses, cuando sean inauguradas dos megaobras de impacto económico y social: el terminal portuario multipropósito de Chancay y el nuevo aeropuerto internacional Jorge Chávez, lo que nos pondrá en el foco de atención del continente, y se suma la cumbre del líderes del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC).

Es un año importante, qué duda cabe, por lo que se necesita hablar de una unidad nacional, una convergencia de fuerzas políticas, económicas y sociales, alineadas al propósito universal de hacer que el Perú se vea como un país consolidado, fuerte, atractivo, preparado, entre otras características fundamentales. ¿Quién se opondría a que estos eventos privados y públicos nos den ese envión emocional?

Recuerdo, no hace mucho, en la época del gobierno de Alan García, cuando las fuerzas políticas se unieron para tener un solo mensaje en defensa del mar peruano, en ese litigio en La Haya contra la postura de Chile. Incluso, los representantes de los medios de comunicación fueron convocados por el Ejecutivo, intercambiaron ideas en encuentros positivos demostrando que, pese a las divergencias de opinión, tenían un punto en común: el país.

Chancay, con 1213 millones de dólares en inversión en su primera etapa (más de $ 3600 en total), logrará un aproximado de 1300 puestos de trabajo directos y alrededor de 8000 indirectos. Por su parte, el nuevo aeropuerto pasará a atender a 40 millones de pasajeros al final del 2025, lo que generará unos 120 000 empleos. Solo en el último APEC Perú 2016 llegaron 1200 empresarios del Asia-Pacífico, lo que logró oportunidades de negocios por USD 9400 millones, aproximadamente. ¿Alguien puede criticar esto?

Esta es nuestra oportunidad de despegue, por barco, por avión y por expectativas empresariales.