En las últimos meses los medios no hacen más que reportar extorsiones a todo tipo de ciudadanos. No se salvan ni los pequeños empresarios ni los emprendedores a los que les exigen dos o cinco soles diarios por poder trabajar y llevar un dinero a sus familias.

Lo grave es que estas amenazas no solo quedan en eso, pues ya son muchos los casos en que los delincuentes han acabado con las vida de sus víctimas, que se negaron a someterse a las exigencias criminales de estos sujetos que son tanto peruanos como extranjeros.

Es urgente que la Policía Nacional despliegue acciones para poner frente a este tipo de violencia que ya parece desbordada.

Miremos lo que comenzó hace casi 20 años en Trujillo. No se tomaron acciones decisivas y hoy las extorsiones se mantienen, quizá con otras bandas y otros actores, pero el delito es el mismo.

Lo que antes desde Lima se veía como algo lejano que solo se vivía en Trujillo y más tarde en Piura, Chiclayo y Chimbote, hoy está instalado en la capital.Las autoridades no pueden ponerse de costado ni claudicar ante el hampa que si no es detenida a tiempo y con total contundencia, seguirá cobrando vidas y, a la larga, afectará a la economía.