El filósofo y prosista español José Ortega y Gasset, señalaba que la salud de las democracias “depende de un mísero detalle técnico: el procedimiento electoral. Todo lo demás es secundario (…) sin el apoyo de auténticos sufragios, las instituciones democráticas están en el aire”.

Las elecciones del 26 de enero, se dan en un contexto particular en el que no existe el contrapeso del Poder Legislativo, siendo mayor la posibilidad de influencia del gobierno en favor de candidatos que en el ejercicio de sus funciones le resulten dúctiles, por ello es necesario que el gobierno mantenga total imparcialidad para garantizar la pulcritud del proceso.

Lamentablemente éste ha sido marcado por diferentes opiniones de ministros de Estado entre ellos el presidente del Consejo de Ministros, la ministra de la Mujer, del ministro del Interior, quienes opinaron en contra de la candidatura de algunos ex parlamentarios del Congreso disueltos, - (el JNE decidió permitir su postulación), - ello constituía la primera clarinada de alerta respecto de la normalidad del presente proceso electoral.

Mas alarmante que ello, es sin duda lo expresado por el Jefe de Estado quien directamente manifiesto: “Voten por candidatos que trabajen para eliminar la inmunidad parlamentaria”, contraviniendo el artículo 346 de la Ley Orgánica de Elecciones que señala, los funcionarios públicos no pueden realizar actos que favorezcan o perjudique a un candidato, el Presidente lo ha hecho amparado una vez más en esa inmunidad que solicita sea retirada para otros.

La Constitución ha dotado de un régimen de prerrogativas especialespara preservar, no a los parlamentarios como personas, sino al ejercicio de sus funciones, las que se verían seriamente disminuidas si pudieran ser detenidos inmediatamente por denuncia penal de alguien, con la subsecuente exposición pública y politización de la justicia.

Las democracias se fortalecen con el respeto escrupuloso a la libertad de prensa y expresión dentro de los parámetros legales, ello implica no usar el poder para activar pasiones instintivas y agresivas de una parte de la población en contra de otra, realidad vigente, que también afecta el proceso electoral.

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