Que el Congreso interpele al ministro Basombrío es una acción que posiblemente la mayoría de ciudadanos considerará positiva, debido a que la inseguridad ciudadana continúa siendo una de las mayores preocupaciones en el país y no se percibe mayor mejora. Después de casi un año de gobierno, y a pesar de las acciones emprendidas por el ministerio (entre las más mediáticas están los megaoperativos y el plan de recompensas, que aparentemente están dando resultados), la seguridad sigue siendo un tema sin resolver.

La realidad es que poco más del 25% de la población ha sido víctima de un acto delictivo, es decir, por lo menos un miembro de cada hogar del país ha sido afectado por la delincuencia. Si a esto le sumamos la diaria y detallada cobertura mediática que tienen estos hechos, nos percataremos de que aunque pudieran estarse dando algunos avances, es poco probable que la percepción de inseguridad de la población disminuya.

Es difícil juzgar la gestión del Gobierno y del ministro en esta materia. La inseguridad ciudadana es un problema muy complejo que involucra no solo al Ministerio del Interior y a la Policía -organizaciones que requieren profundas modificaciones- sino también al Poder Judicial. Este último, además, no depende del Ejecutivo, por lo que es fácil suponer que cualquier mejora sustancial se dará únicamente a mediano plazo, tiempo que la población, lamentablemente, no está dispuesta a esperar. Posiblemente esta sea la razón por la que en los últimos gobiernos este ministerio ha cambiado de titular con mucha frecuencia.

Lo más probable es que esta interpelación ayude a Fuerza Popular a mejorar su aprobación, independientemente del resultado, por lo cual la censura podría estar ya definida. De no existir un hecho extraordinario, es poco probable que Basombrío logre, durante la interpelación, mostrar resultados y planes que convenzan a los congresistas de Fuerza Popular. Es posible que las acciones y planes que el Gobierno viene implementando en materia de seguridad ciudadana deban ser revisados y mejorados para obtener resultados en menor tiempo, pero no parece que la remoción del ministro ayude en ese sentido. Todo cambio de titular implica atrasos y retrocesos. Esperemos que el ministro muestre argumentos para convencer, que el Congreso tenga la apertura para escuchar y que de un diálogo alturado se construyan consensos a favor del país. Sería lamentable comprobar nuevamente que los intereses de los partidos se ponen por encima de los del ciudadano.