GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

El político más carismático de la historia del Brasil es, sin discusión, Luiz Inácio Lula da Silva, dos veces presidente del gigante sudamericano. Caudillo por donde se lo mire, Lula que tuvo momentos de éxtasis político arrancando a 35 millones de sus compatriotas de la extrema pobreza, al cierre de esta columna vive sus últimos días en libertad, pues el afamado e implacable juez Sergio Moro, apenas rechazado el hábeas corpus presentado por los abogados de Lula para que siguiera su defensa en libertad, dispuso su detención definitiva para el cumplimiento de la condena a 12 años de pena privativa de la libertad. Lula sabe que en adelante cualquiera de los dos recursos que le quedan deberá presentarlos desde las rejas; sin embargo, lo que más le preocupa es que en la condición de reo en cárcel ya no podrá ser candidato a la Presidencia del Brasil, por más encuestas que lo pudieran seguir colocando como el favorito para ganar las elecciones. El objetivo se estaría cumpliendo, Lula recluido para la oposición de su causa será la oportunidad terminar de afirmar el giro del país hacia la derecha.

En ese contexto, también es cierto que la sociedad brasileña terminará polarizada más de lo que ya está. Lula agotará los recursos jurídicos ante la Suprema Corte de Justicia, pero todo parece indicar que la sentencia que le fuera impuesta seguirá su decurso inexorable. Una ventaja política en estas circunstancias es que cuenta con un impresionante respaldo popular, que es básico para un político que administra el poder. Aunque para las próximas elecciones faltan algunos importantes meses, estando reducido en la cárcel poco podrán hacer sus adictos seguidores para revertir su complicada nueva realidad jurídica; en cambio sí y mucho para presionar políticamente, a fin de conseguir el indulto para su líder que en pocas horas terminará encarcelado. Su inminente condición de reo en cárcel, entonces, remece al Brasil y a la región, pues el mensaje de esta nueva condición será una advertencia para otros presidentes en ejercicio o exjefes de Estado que podrían seguir su misma suerte.

TAGS RELACIONADOS