Ayer en este mismo espacio comentaba la burla que significaba para los peruanos que por un lado el Poder Judicial haya dejado sin efecto una orden de captura contra el prófugo Alejandro Toledo y que por otro la Fiscalía archivara la denuncia por el presunto delito de lavado de activos contra el excobrador de combi y luego millonario financista del fujimorismo Joaquín Ramírez. Sin embargo, la indignante tomadura de pelo de parte de los magistrados no queda ahí.

Ahora tenemos el caso de Guillermo Riera, quien el 5 de mayo último se salió de la pista en la Costa Verde con su camioneta y mató a tres jóvenes que iban en dos motos. El sujeto, al que nunca se le pudo comprobar que había tomado alcohol en el Lima Marina Club, de Barranco, porque luego de las muertes escapó del lugar abandonando a su suerte a sus víctimas y horas más tarde huyó a Estados Unidos, parece ser el nuevo rey del Poder Judicial.

Y es que el titular del Segundo Juzgado Especializado de Tránsito y Seguridad Vial, Max Cirilo Diestra, el mismo que el 25 de mayo último dio a Riera nueve meses de prisión preventiva, ahora lo ha dejado en libertad para que afronte su proceso lejos de un penal. De nada ha valido que el sujeto impidiera el dosaje etílico con su fuga a Estados Unidos, que implicó dejar a su suerte a sus víctimas. Pese a todo, el mencionado magistrado lo ha premiado.

De nada han valido tampoco las tres vidas perdidas, los escandalosos agravantes y los justísimos reclamos de los deudos de los jóvenes fallecidos, por más que algunos de ellos hayan llegado a un acuerdo económico con los abogados de Riera. Para el juez Cirilo Diestra, no hay peligro procesal porque el sujeto tiene una empresa, una casa y vínculos familiares. A ver si la Oficina de Control de la Magistratura (Ocma) analiza este caso.

Así está el Poder Judicial: manejas aparentemente borracho, matas a tres personas y dejas grave a otra, fugas de la escena sin preocuparte por los atropellados, compras tus pasajes a Miami, besas tu pasaporte al pasar por los controles migratorios, tal como muestran las cámaras de seguridad, luego -supuestamente arrepentido- vuelves cuando ya nadie te puede hacer un dosaje etílico, te comes cuatro meses de prisión y más tarde el juez te pone en la calle. ¡Qué suertudo!