Reconociendo que el país atraviesa una crisis y que pasa por un momento muy difícil, el presidente Manuel Merino de Lama asumió ayer el máximo cargo de la Nación. Es evidente que su principal tarea será encontrar el rumbo para recomponer la paz social y restablecer la confianza del ciudadano en sus instituciones. Las protestas en la capital y en gran parte del país exigen que el nuevo jefe de Estado encare con madurez y responsabilidad los desafíos de los próximos meses. No puede evadir estos problemas ni enviar señales que generen más confusión y desconcierto no solo entre la poablación sino también entre los actores económicos. Se necesitan decisiones firmes y claridad para salir de esta compleja coyuntura y realizar las elecciones generales sin contratiempos.

La solución a la crisis política depende de respuestas políticas. Y como el problema es grave, las acciones deben ser rápidas, contundentes, libres de presiones y sordas y ciegas respecto de las demandas de líderes políticos y bancadas del Congreso. Su agenda ya no debe ser la del Parlamento sino la del Perú y para ello debe buscar consenso.

“La salud debe ser prioridad” dijo Merino en su mensaje. Esperemos que designe personas con experiencia y conocimiento en gestión pública. Ya no es tiempo de prometer y no realizar.