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La muy lamentable muerte de cinco internos del Centro Juvenil de Diagnóstico y Rehabilitación de Trujillo conocido antes como La Floresta, tras un enfrentamiento entre bandos rivales, ha puesto en evidencia, una vez más, que el Estado no está asumiendo debidamente la lucha contra el delito; ya que tiene casi en el abandono a estos establecimientos que, en teoría, son los llamados a impedir que en el mediano y el largo plazo tengamos más delincuentes en las calles.

El responsable de estos centros a cargo del Poder Judicial, Julio Magán, ha indicado en RPP que no cuentan con los recursos necesarios para mejorar la infraestructura de tales establecimientos y tampoco para tener el personal requerido, cuando en teoría tenemos un país convulsionado por la delincuencia que comienza a cultivarse en jóvenes que deberían ser tratados como una prioridad y no como la última rueda del coche.

Magán también ha dicho algo que todos saben, pero que no se asume como una realidad preocupante: los internos de muchos de estos centros son delincuentes -aunque en teoría sean “infractores”- de tercera y cuarta generación; pues vienen de hogares en que los padres y abuelos han sido o son hampones. Esto requiere un trato de acuerdo con la magnitud del problema. No obstante, sin voluntad política ni recursos del Estado, nada se puede hacer.

Lamentablemente, el incidente que ocasionó la muerte de cinco internos sucedió en el centro juvenil de Trujillo, que es la ciudad donde más atención se debería dar al tratamiento de los “infractores”. Y es que al ex La Floresta no van, en muchos casos, por robar espejos de un carro o por arrebatar el celular a una señora en la combi, sino por actuar como sicarios de bandas de extorsionadores. Hay casos de chicos de 16 o 17 años que ya tienen varios muertos sobre sus espaldas.

Si queremos ir reduciendo el número de delincuentes en el mediano y corto plazo, debería comenzar a darse especial atención a los centros de rehabilitación juvenil, que deberían trabajar según el alto grado de peligrosidad de los internos, quienes no tienen el perfil de aquellos de los años 80 o 90. ¿Veremos algún cambio luego del triste deceso de un adulto y de cuatro menores en Trujillo tras una reyerta? ¿O serán fallecimientos en vano?